sábado, 31 de diciembre de 2011

Todos los días hace un año que.

Desayunamos hoy como si se tratase
de "el último café".

Nos acicalamos frente al espejo antes de salir
como si no fuésemos a ver nuestro reflejo 
durante décadas.

Anonadados alzamos nuestros ojos al cielo
dejando la boca entreabierta
aterrados por si alguna manecilla de ese reloj gigante
se nos fuese a caer encima
dejándonos enterrados en páginas
de este calendario ya casi olvidado.

Y aparecen las comparaciones en boca de todos.
Como si de una anáfora se tratase;
todas las frases comienzan con "hace un año que ..."

Necios nosotros que sólo en este último día del año
echamos la vista atrás y recapitulamos;
aparece un escáner de nosotros mismos 
que se traduce en una lista de propósitos por cumplir,
papel en el que escribir los deseos por quemar,
poner tierra de por medio frente a decepciones y fracasos
y brindar porque cruzamos la frontera que nos lleva
a un año más.


Por qué esperar a que el calendario 
nos dé el pistoletazo de salida
antes de empezar a correr
hacia un presente más amable (si cabe).



Hoy hace un año que ... también fue 31 de diciembre,
como todos los años.







miércoles, 21 de diciembre de 2011

De monstruos y otros miedos

En la última calada firmó su despedida.
En el cenicero lo que queda
es un te voy a echar de menos.


Y yo, que quise ser humo
me expandí por toda la habitación
coloreando con mis ganas
cada rincón testigo de nuestros vicios
como si de un cuento infantil 
se tratase.

A cada trazo un beso;
cuanto más gordo (el trazo)
más guarro (el beso).

No me hubiese importado
ser la monstrua rosa
que vive bajo su cama,
y que cuando deje caer el brazo
mientras duerme
pueda yo contar sus dedos
y leer mi destino
en la palma de su mano.

Más aseguro que arderán
mis ganas de verle,
de matar sus miedos,
de soplarle en la nariz.

Yo, que me hubiese quemado
por quedarme contigo
un día más,
te dedico la última calada.

(Hasta el próximo cigarro)

domingo, 18 de diciembre de 2011

He llovido

Hay noches en las que el otoño
sigue siendo la estación más triste del año,
en las que los monstruos
que viven debajo de la cama
cenan de mis pesadillas
y en las que ni un beso en la nuca
logra quitar el susto.

Y no hay nada que podamos hacer
para evitarlo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

(In)condicional

Si hoy te quedas y te bañas conmigo,
prometo hacer estallar tus miedos
en cada pompa de jabón
(uno-por-uno).

Si de madrugada despiertas conmigo,
prometo encender las farolas
con la luz que hay entre tus piernas.

Si mañana amaneces conmigo,
prometo traer 20 metros cuadrados
de las calles de París a la habitación
y recitarte los siete pecados capitales
en francés.

Pero si además de hoy,
de la próxima madrugada,
y de mañana,
decides quedarte conmigo
hasta que el cielo comience a derrumbarse,
entonces,
no habrá neologismo en el que quepan
los te quiero que te tengo reservados.

viernes, 16 de diciembre de 2011

A mis brazos

Se nos encogieron los recodos.
Autoridades anunciaron la tormenta
y nuestro paraguas estancado aún
en el invierno pasado.

Un viento huracanado nos levantó las vergüenzas
dejando al descubierto los desechos de un presente
que aspira a descongelar las nostalgias de algún futuro.

En bolsa suben los reproches
a costa de un par de te quieros mal formulados.
Las palabras corren como ríos de tinta,
y a su paso, presas lagrimales
estallan en mil cristales de luz.

Diez horas de tormenta con imperfectos desperfectos.
Más ésta no traspasa los muros de un soñar
por haber alcanzado lo anhelado
en mitad del tiempo de descanso.

Y es que la unión de las almas no necesita de impermeable
pues no es ni aquí ni ahora,
como tampoco será allí o después.
Se trata de algo que en un tiempo y espacio paralelo
ha asegurado el cruce de nuestros caminos.

Este viento huracanado en mitad de la tormenta
es sólo una señal
de que aún compartimos el mismo cielo.

La tormenta nos congeló los latidos por un instante.
Ahora el mío se derrite por vosotras.
Sólo queda, entonces, regocijarse en la calma
que sigue siempre a la tempestad.


CUCs