Dirígete al Oeste, hasta que el Este
sea el Oeste también, fin y principio.
Y entonces ve hacia el Norte, hasta que el Sur
sea el Norte también, fin y principio.
En su confluencia exacta tal vez halles
qué significa fin y qué principio.
Pero es mejor que apures tu cerveza
sentado en una mesa con amigos.
Y que otros se alucinen y extravíen
persiguiendo ese fin o ese principio.
J.M. Fonollosa
sábado, 10 de agosto de 2013
domingo, 25 de noviembre de 2012
Agua
Los días nublados, se nublaba ella también.
Y antes de lloverse en casa, prefería correr calle arriba,
tocar mi puerta,
y preguntar por un poco de sol.
Era etérea como el humo de mis cigarros;
pero mucho más guapa.
Y sus faldas al vuelo los días de viento
cazaban co-razones
que nunca devolvía
hasta que necesitaba un abrazo
o una tormenta baja las sábanas.
Intentar fijar la mirada en sus ojos
era como detener una estrella fugaz el tiempo suficiente
para pedir un deseo.
Aún así, yo prefería sus ojos diluviando
a un firmamento en llamas.
Aquella tarde llovió tanto entre mis brazos
que pensé que se volvería agua
y no la volvería a tocar.
Y entre sus tempestades vomitaba preguntas
que yo no podía responder con nada
que no fuera un beso en la nuca,
u otra taza de café con Baileys.
Sólo quería a alguien que lloviese con ella los días nublados,
que le jurase huracanes bajo las sábanas,
que se quedase ciego con ella por mirar al sol.
La luz que busca se esconde en el tic-tac de sus arterias
pero ella no lo sabe.
No sé si lo ha encontrado, o si lo encontrará;
pero aquella noche se durmió
con el arco iris muriendo entre sus párpados.
Y antes de llover
tocar mi puerta,
y preguntar por un poco de sol.
Era etérea como el humo de mis cigarros;
pero mucho más guapa.
Y sus faldas al vuelo los días de viento
cazaban co-razones
que nunca devolvía
hasta que necesitaba un abrazo
o una tormenta baja las sábanas.
Intentar fijar la mirada en sus ojos
era como detener una estrella fugaz el tiempo suficiente
para pedir un deseo.
Aún así, yo prefería sus ojos diluviando
a un firmamento en llamas.
Aquella tarde llovió tanto entre mis brazos
que pensé que se volvería agua
Y entre sus tempestades vomitaba preguntas
que yo no podía responder con nada
que no fuera un beso en la nuca,
u otra taza de café con Baileys.
Sólo quería a alguien que lloviese con ella los días nublados,
que le jurase huracanes bajo las sábanas,
que se quedase ciego con ella por mirar al sol.
No sé si lo ha encontrado, o si lo encontrará;
pero aquella noche se durmió
con el arco iris muriendo entre sus párpados.
viernes, 15 de junio de 2012
Ciao.
Te has despedido bañado en café con hielo
y en el humo de tu última calada
has dibujado una interrogación
como pidiéndome que seque de golpe
todas las lágrimas que unirán
nuestros portales hasta que volvamos a vernos.
Mi nostalgia prematura ya te echa de menos,
y yo, que me postro ante cualquier sentimentalismo
garabateo planes para ti y para mí,
en algún lugar amable
donde podamos debatir sobre
qué lunar de tu espalda me gusta más
o cuál es tu postura favorita.
Quizás trivialidades con las que matar el tiempo
antes de que el tiempo nos mate a nosotros.
O quizás meras tretas para entretenerte,
y entonces,
cuando anochezca y las farolas se ahoguen tras las
persianas
poder decirte
que mi utopía se reduce a un domingo por la mañana
con tu ropa y la mía tirada por el suelo
dibujando océanos de orgasmos
dibujando océanos de orgasmos
en los que nos hundimos la noche anterior.
Hasta entonces, sacudo mi mano a lo lejos,
viéndote desaparecer entre la multitud
y preguntándome
si sentirás estas mismas punzadas
a cada baldosa que avanzas
en dirección contraria a la mía.
Au revoir.
martes, 1 de mayo de 2012
Filo.
Qué no daría yo, por entender cómo funciona
el mecanismo que mantiene latentes tus entrañas
tan frías a veces como cristal a la intemperie.
Qué no daría yo, por desmenuzar tus palabras
y encontrar en ellas
una tímido atisbo de calor
en el que llorar todas las cosas que no te dije
y murieron incluso antes de nacer.
Qué no daría yo, por volver a ser
aquel montón de barro virgen
para que tú con manos decididas
pudieses moldearme
y convertirme en jarrón digno de alabanza.
Qué no daría yo, por ser un poco más tú.
Más qué le vamos a hacer,
si siempre ha habido
bellas y bestias,
víctimas y verdugos,
agua y aceite,
héroes y villanos.
el mecanismo que mantiene latentes tus entrañas
tan frías a veces como cristal a la intemperie.
Qué no daría yo, por desmenuzar tus palabras
y encontrar en ellas
una tímido atisbo de calor
en el que llorar todas las cosas que no te dije
y murieron incluso antes de nacer.
Qué no daría yo, por volver a ser
aquel montón de barro virgen
para que tú con manos decididas
pudieses moldearme
y convertirme en jarrón digno de alabanza.
Qué no daría yo, por ser un poco más tú.
Más qué le vamos a hacer,
si siempre ha habido
bellas y bestias,
víctimas y verdugos,
agua y aceite,
héroes y villanos.
domingo, 1 de abril de 2012
Tant que tu ne choisis pas, tout reste possible
Tal vez ni siquiera existamos aún
y sólo seamos el boceto de una posible vida,
dentro de la cabeza de alguien.
y sólo seamos el boceto de una posible vida,
dentro de la cabeza de alguien.
miércoles, 15 de febrero de 2012
Someone to lose.
Se fueron de allí,
aprisa, a (duras) penas, a ráfagas.
Lo que no sabían es que
una vez lejos,
la distancia que separaba los portales
que entonces les acogían,
se convertiría en abismo
que tragaría irreversiblemente
cualquier ápice de pureza
que algún día
hubiese albergado
el recuerdo de sus cuerpos.
aprisa, a (duras) penas, a ráfagas.
Lo que no sabían es que
una vez lejos,
la distancia que separaba los portales
que entonces les acogían,
se convertiría en abismo
que tragaría irreversiblemente
cualquier ápice de pureza
que algún día
hubiese albergado
el recuerdo de sus cuerpos.
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